viernes, 19 de abril de 2024

Cuando el corazón empieza a nublar la mente / Robert Frost

 




Algo vi o creí haber visto
en el desierto a medianoche, en Utah,
observando desde mi cama baja
el cielo iluminado por la luna y la tierra plateada.
Acá y allá brillaba en el cielo una estrella;
la tierra sólo tenía una luz a lo lejos,
una patética luz humana, vacilante,
que mantenía contra la noche,
según me pareció, la gente que había allá,
con bruta desesperación, dejada de la mano de Dios
se agitaría y moriría en una media hora
como el último pétalo cae de una flor.
Pero, el corazón ya empezaba a nublar la mente.
Sabía una historia de más categoría.
Esa luz remota vacila debido a los árboles.
La gente puede mantenerla prendida cuando desee,
y cuando su interés en ello termine,
pueden dejarla al cuidado de otros.
De volver por ese camino dentro de un verano,
la hallaría ni más ni menos intensa.
Paso, pero a duras penas sin duda,
el momento en que uno diga: apaguémosla.
La otra persona, sin titubear, acepta.
La pueden mantener prendida cuando deseen,
Pueden apagarla cada vez que quieran.
Alguien mira al fin desde el cuarto a oscuras
hacia el lustroso desierto con puntos opacos
que podría ser hombres más sólo son cedros,
exentos de propósito, carentes de jefe,
que jamás han dado el primer paso para unirse,
de modo que no hay motivos para que ella tiemble.
Ella puede pensar en sitios que no son así
Sin caer en un ¡No son para nosotros!
La vida no es de gravedad tan siniestra.
La vida prosaica los ha hecho valientes.
Él es el marido, y ella, la mujer.
Ni ella le teme ni ellos temen la vida.
Saben dónde ha habido otra luz
Y aún más de una a la de ellos afín,
pero al ir más temprano esta noche a dormir
me las perdí en mi huida por la superficie.
 
He aquí lo que vi al despertar en la noche,
pasando con la velocidad del tren,
calando mis ojos guirnaldas de humo
en la vida de otra gente, hasta llegar muy hondo.

sábado, 13 de abril de 2024

Quizá la poesía / Raúl Gustavo Aguirre

 



Quizá la poesía sea
—cuando ya todo
lo que era poesía
se malogró en el tráfico—,
quizá pudiera ser
este andar silencioso
en medio de la noche,
este derrumbamiento
del que sólo quedó
algo invencible y nulo.
Quizás, entonces, sea
este no a lo de siempre,
este lápiz mordido,
esta intranquilidad,
este temblar por nada.



viernes, 5 de abril de 2024

La plaza blanca / Jean Arp

 




esta mañana coloca en mi camino
sólo los bibelots de la muerte
las campanas tocan años en cada minuto
pasan años que tienen abanicos de hormigas en las cabezas
pasan años que tienen hocicos vegetales
y aletas de genio
pasan años que ahuyentan a pequeños años
 
la luz del arte habla del suicidio delicioso
cierro los ojos y me encuentro en la plaza blanca
el agua de la plaza está agitada
olas enormes se precipitan sobre las casas
y arrancan los labios
que los pájaros han colocado en las ventanas
abro los ojos
las blancas crines echan a volar
soñadores tomados de la mano como los ciegos
atraviesan la plaza
el viento acaricia las plantas domesticadas
cierro los ojos
es de noche
de pronto me despierto en la noche
los pájaros cantan
es de día
montañas líquidas flotan en el aire
abro los ojos y me duermo de pie en medio de la plaza blanca
la umbela de las estrellas se cubre de labios



viernes, 29 de marzo de 2024

Los saltimbanquis / Maxime Alexandre

 




Bajo la lluvia del silencio
Bajo la lluvia del deseo
Una boca viviente y un brazo
Que se tienden hacia una llama
Tantos minutos desplomados sin las alas imprescindibles
Tanta inocencia en el mentir
Los encuentros semejantes a
La soledad
Grandes aventuras
Para cantar
Los muros que se desploman
Dejan sus huellas en un espejo





viernes, 22 de marzo de 2024

La poeta a los 90 escribe una carta / Eva Bourke

 




Mis amigos, aquí en esta mesa
con papel y lápiz
quiero contarles lo que perdí
que era todo
y lo que ha vuelto a mí
que también era todo.

De niña aprendí en los días de verano
que el sol habla una lengua incansable
que el pasto quiere vestirlo
todo bajo el cielo
con estrofas verdes
miel para envolver al mundo entero
con su dulce retórica
y su clara marca de agua para escribir sobre las cosas

Pero más tarde a mi lengua le arrojaron piedras
para alimentarse y tierra muerta
en el exilio habló de jarra cuenco pan
nada más quedó en mi mesa.

A su tempo se curó e hizo amistad con los árboles
a veces fue hasta los confines de la tierra
el viento le mostró el camino.

En la oscuridad y la pena
se puso el vestido de muchachita-

abrió una puerta llamada flor
una puerta llamada estrella
una puerta llamada marea,
las atravesé todas con mi corazón palpitante y vi
a mi madre en un balcón de luz de verano.

Deben creerme
lo único que siempre quise fue pan y rosas
que la sangre de la flor estuviera quieta
para encontrar una palabra clara como un espejo

para enseñarme a mí misma y a ustedes
a tener cuidado con la desesperación.




viernes, 15 de marzo de 2024

Intimación / Denise Levertov

 






Esta luz, estas ramas, me impacientan.
Por más azul que esté, el cielo se entromete.
Porque empiezo a notar
que hay algo más que debo hacer,
y no logro encontrar el ritmo de los días
al que en otros inviernos podía moverme bien.
Cortaron aquel árbol alto,
el que el amanecer doraba, ese fervor
de pájaros y querubines
callados. La sequía
había apagado el verde
en muchas de sus hojas.
Porque sé
que una necesidad nueva ha empezado
a echar sus redes desde mí hacia
un lugar desconocido. Busco
un silencio que está casi presente,
huidizo en los latidos de mi corazón.






Intimation / Denise Levertov



I am impatient with these branches, this light.
The sky, however blue, intrudes.
Because I’ve begun to see
there is something else I must do,
I can’t quite catch the rhythm
of days I moved well to in other winters.
The steeple tree
was cut down, the one that daybreak
used to gild—that fervor of birds and cherubim
subdued. Drought has dulled
many a green blade.
Because
I know a different need has begun
to cast its lines out from me into
a place unknown, I reach
for a silence almost present,
elusive among my heartbeats.


viernes, 1 de marzo de 2024

Para ser recitado en la barca de Caronte / Horacio Castillo

 




El paisaje es más hermoso de lo que habíamos imaginado:
estas murallas que caen a pico sobre nosotros,
aquel sol negro descendiendo sobre la laguna,
allá, a estribor, un arco iris que refracta la niebla.
Pero esta moneda de hierro entre los dientes,
este óbolo que debemos morder hasta el término del viaje,
cierra la boca que desea cantar.
Cantar para estas almas tristes sentadas en el banco,
mientras el cómitre marca con el látigo el compás,
mientras ordena remar sin interrupción,
cada vez más fuerte, cada vez más rápido, más lejos de la luz.